* Sixto Paz, entrevista en vivo…

Lunes 27 de diciembre de 2009

* Entrevista en VIVO: Sixto Paz Wells

Y para cerrar el ciclo de entrevistas de éste 2009 tendremos un invitado de lujo. Éste Lunes 28 de Diciembre (2009) a partir de la 1:00PM Perú / 7:00PM España estará con nosotros el investigador, conferencista, escritor y contactado peruano Sixto Paz Wells. Habilitaremos la ventana del Stream para poder ver la video entrevista completamente en Vivo desde la ciudad de Lima Perú. Ya lo sabe, éste Lunes 28 de Diciembre (2009) a partir de la 1:00Pm Perú / 7:00PM España Sixto Paz Wells en Vivo aquí en Nuestro Pasado Extraterrestre. No Faltes..!!
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Nuestro Pasado Extraterrestre

* Barack Obama, y el discurso de entrega del Premio Nobel de la Paz.

¿ NOBEL DE LA PAZ ? CUÁNTA HIPOCRESÍA

Los vídeos de Vodpod ya no están disponibles.

* ¿Un discurso de paz? o ¿De advertencia?

Discurso del presidente Barack Obama en la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz

jueves, 10 de diciembre, 21.46

EFE

DISCURSO DEL PRESIDENTE BARACK OBAMA EN LA CEREMONIA DE ENTREGA DEL NOBEL DE LA PAZ Seguir leyendo el arículo

Sus Majestades, Sus Altezas Reales, distinguidos miembros del Comité Nóbel de Noruega, ciudadanos de Estados Unidos y ciudadanos del mundo:

Recibo este honor con profunda gratitud y gran humildad. Es un premio que habla sobre nuestras mayores aspiraciones: que a pesar de toda la crueldad y las adversidades de nuestro mundo, no somos simples prisioneros del destino. Nuestros actos tienen importancia y pueden cambiar el rumbo de la historia y llevarla por el camino de la justicia.

Sin embargo, sería una negligencia no reconocer la considerable controversia que su generosa decisión ha generado. (Risas.) En parte, esto se debe a que estoy al inicio y no al final de mis labores en la escena mundial. En comparación con algunos de los gigantes de la historia que han recibido este premio -Schweitzer y King; Marshall y Mandela- mis logros son pequeños. Y luego hay hombres y mujeres alrededor del mundo que han sido encarcelados y golpeados en su búsqueda de la justicia; gente que trabaja en organizaciones humanitarias para aliviar el sufrimiento; millones en el anonimato cuyos silenciosos actos de valentía y compasión inspiran incluso a los cínicos más empedernidos. No puedo contradecir a quienes piensan que estos hombres y mujeres -algunos conocidos, otros desconocidos para todos excepto para quienes reciben su ayuda- merecen este honor muchísimo más que yo.

Pero quizá el asunto más controversial en torno a mi aceptación de este premio es el hecho de que soy Comandante en Jefe de un ejército de un país en medio de dos guerras. Una de esas guerras está llegando a su fin. La otra es un conflicto que Estados Unidos no buscó; uno en que se nos suman otros cuarenta y dos otros países -incluida Noruega- en un esfuerzo por defendernos y defender a todas las naciones de ataques futuros.

De todos modos, estamos en guerra, y soy responsable por desplegar a miles de jóvenes a pelear en un país distante. Algunos matarán. A otros los matarán. Por lo tanto, vengo aquí con un agudo sentido del costo del conflicto armado, lleno de difíciles interrogantes sobre la relación entre la guerra y la paz, y nuestro esfuerzo por reemplazar una por la otra.

Bueno, estas interrogantes no son nuevas. La guerra, de una forma u otra, surgió con el primer hombre. En los albores de la historia, no se cuestionaba su moralidad; simplemente era un hecho, como la sequía o la enfermedad, la manera en que las tribus y luego las civilizaciones buscaban el poder y resolvían sus discrepancias.

Y con el tiempo, a medida que los códigos legales procuraban controlar la violencia dentro de los grupos, los filósofos, clérigos y estadistas también procuraban controlar el poder destructivo de la guerra. Surgió el concepto de «guerra justa», que proponía que la guerra solamente se justifica cuando cumple con ciertas condiciones previas: si se libra como último recurso o en defensa propia; si la fuerza utilizada es proporcional y, en la medida posible, si no se somete a civiles a la violencia.

Por supuesto, sabemos que durante gran parte de la historia, se ha cumplido pocas veces con este concepto de guerra justa. La capacidad de los seres humanos de idear nuevas maneras de matarse unos a los otros resultó ser inagotable, como también nuestra capacidad para tratar sin ninguna piedad a quienes no lucen como nosotros o le rinden culto a un Dios diferente. Las guerras entre ejércitos dieron lugar a guerras entre naciones: guerras totales en que la distinción entre combatiente y civil se volvía borrosa. En el transcurso de treinta años, este continente se sumió dos veces en matanzas de ese tipo. Y aunque es difícil pensar en una causa más justa que la derrota del Tercer Reich y las potencias del Eje, la Segunda Guerra Mundial fue un conflicto en el que el número total de civiles que murieron superó al de soldados que perecieron.

Como consecuencia de esa destrucción y con la llegada de la era nuclear, quedó claro para vencedores y vencidos, por igual, que el mundo necesitaba instituciones para evitar otra guerra mundial. Y, entonces, un cuarto de siglo después de que el Senado de Estados Unidos rechazara la Liga de Naciones, una idea por la cual Woodrow Wilson recibió este premio, Estados Unidos lideró al mundo en el desarrollo de una estructura para mantener la paz: un Plan Marshall y Naciones Unidas, mecanismos para regir la manera en la que se libran guerras, los tratados para proteger los derechos humanos, evitar el genocidio y restringir las armas más peligrosas.

De muchas maneras, estos esfuerzos fueron exitosos. Sí, se han librado guerras terribles y se han cometido atrocidades. Pero no ha habido una Tercera Guerra Mundial. La Guerra Fría concluyó con una muchedumbre jubilosa que derrumbó un muro. El comercio tejió lazos entre gran parte del mundo. Miles de millones han salido de la pobreza. Los ideales de libertad, autonomía, igualdad y el imperio de la ley han avanzado a tropezones. Somos los herederos de la fortaleza y previsión de generaciones pasadas, y es un legado por el cual mi propio país legítimamente siente orgullo.

Pero aún asi, transcurrida una década del nuevo siglo, esta antigua estructura está cediendo ante el peso de nuevas amenazas. El mundo quizá ya no se estremezca ante la posibilidad de guerra entre dos superpotencias nucleares, pero la proliferación puede aumentar el peligro de catástrofes. El terrorismo no es una táctica nueva, pero la tecnología moderna permite que unos cuantos hombres insignificantes con enorme ira asesinen a inocentes a una escala horrorosa.

Es más, las guerras entre naciones con mayor frecuencia han sido reemplazadas por guerras dentro de naciones. El resurgimiento de conflictos étnicos o sectarios; el aumento de movimientos secesionistas, las insurgencias y los estados fallidos – todas estas cosas progresivamente han atrapado a civiles en un caos interminable. En las guerras de hoy, mueren muchos más civiles que soldados; se siembran las semillas de conflictos futuros, las economías se destruyen; las sociedades civiles se parten en pedazos, se acumulan refugiados y los niños quedan marcados de por vida.

No traigo hoy una solución definitiva a los problemas de la guerra. Lo que sí sé es que hacerles frente a estos desafíos requerirá la misma visión, arduo esfuerzo y perseverancia de aquellos hombres y mujeres que actuaron tan audazmente hace varias décadas. Y requerirá que repensemos la noción de guerra justa y los imperativos de una paz justa.

Debemos comenzar por reconocer el difícil hecho de que no erradicaremos el conflicto violento en nuestra época. Habrá ocasiones en las que las naciones, actuando individual o conjuntamente, concluirán que el uso de la fuerza no sólo es necesario sino también justificado moralmente.

Hago esta afirmación consciente de lo que Martin Luther King dijo en esta misma ceremonia hace años: «La violencia nunca produce paz permanente. No resuelve los problemas sociales: simplemente crea problemas nuevos y más complicados». Como alguien que está parado aquí como consecuencia directa de la labor a la que el Dr. King le dedicó la vida, soy prueba viviente de la fuerza moral de la no violencia. Sé que no hay nada débil, nada pasivo, nada ingenuo en las convicciones y vida de Gandhi y King.

Pero en mi calidad de jefe de Estado que juró proteger y defender a mi país, no me puede guiar solamente su ejemplo. Enfrento al mundo como lo es, y no puedo cruzarme de brazos ante amenazas contra estadounidenses. Que no quede la menor duda: la maldad sí existe en el mundo. Un movimiento no violento no podría haber detenido los ejércitos de Hitler. La negociación no puede convencer a los líderes de Al Qaida a deponer las armas. Decir que la fuerza es a veces necesaria no es un llamado al cinismo; es reconocer la historia, las imperfecciones del hombre y los límites de la razón.

Menciono este punto, comienzo con este punto porque en muchos países hoy en día hay un profundo cuestionamiento del accionar militar, independientemente de la causa. Y a veces, a esto se suma una suspicacia automática por tratarse de Estados Unidos, la única superpotencia militar del mundo.

Sin embargo el mundo debe recordar que no fueron simplemente las instituciones internacionales -no sólo los tratados y las declaraciones- los que le dieron estabilidad al mundo después de la Segunda Guerra Mundial. Independientemente de los errores que hayamos cometido, hay un hecho clarísimo: Estados Unidos de Norteamérica ha ayudado a garantizar la seguridad mundial durante más de seis décadas con la sangre de nuestros ciudadanos y el poderío de nuestras armas. El servicio y sacrificio de nuestros hombres y mujeres de uniforme han promovido la paz y prosperidad desde Alemania hasta Corea, y permitido que la democracia eche raíces en lugares como los países balcánicos. Hemos sobrellevado esta carga no porque queremos imponer nuestra voluntad. Lo hemos hecho por un interés propio y bien informado: porque queremos un futuro mejor para nuestros hijos y nietos, y creemos que su vida será mejor si los hijos y nietos de otras personas pueden vivir en libertad y prosperidad.

Entonces, sí, los instrumentos de la guerra tienen un papel en mantener la paz. Sin embargo, este hecho debe coexistir con otro: que independientemente de cuán justificada, la guerra conlleva tragedia humana. La valentía y el sacrificio del soldado están llenos de gloria, expresan devoción por la patria, la causa y los compañeros de armas. Pero la propia guerra nunca es gloriosa, y nunca debemos exaltarla como si lo fuera.

Entonces, parte de nuestro desafío es reconciliar estos dos hechos aparentemente irreconciliables: que la guerra a veces es necesaria y que la guerra es, de cierta manera, una expresión de desatino humano. Concretamente, debemos dirigir nuestros esfuerzos a la tarea que el Presidente Kennedy propuso hace tiempo. «Concentrémonos», dijo, «en una paz más práctica, más alcanzable, basada no en una revolución repentina de la naturaleza humana, sino una evolución gradual de las instituciones humanas». Una evolución gradual de las instituciones humanas.

¿Qué apariencia cobraría esta evolución? ¿Cuáles podrían ser estas medidas prácticas?

Para comenzar, considero que todos los países, tanto fuertes como débiles, deben cumplir con estándares que rigen el uso de fuerza. Yo, como cualquier jefe de Estado, me reservo el derecho de actuar unilateralmente si es necesario para defender a mi país. No obstante, estoy convencido de que cumplir con estándares, estándares internacionales, fortalece a quienes lo hacen y aísla -y debilita- a quienes no.

El mundo respaldó a Estados Unidos tras los ataques del 11 de septiembre y continúa apoyando nuestros esfuerzos en Afganistán, debido al horror de esos atentados sin sentido y el principio reconocido de defensa propia. De la misma manera, el mundo reconoció la necesidad de confrontar a Sadam Husein cuando invadió Kuwait, un consenso que envió un mensaje claro a todos sobre el precio de la agresión.

Es más, Estados Unidos — de hecho ningún país — puede insistir en que otros sigan las normas si nosotros nos rehusamos a seguirlas. Pues cuando no lo hacemos, nuestros actos pueden parecer arbitrarios y menoscabar la legitimidad de intervenciones futuras, por más justificadas que sean.

Esto pasa a ser particularmente importante cuando el propósito de la acción militar se extiende más allá de la defensa propia o la defensa de una nación contra un agresor. Más y más, todos enfrentamos difíciles interrogantes sobre cómo evitar la matanza de civiles por su propio gobierno o detener una guerra civil que puede sumir a toda una región en violencia y sufrimiento.

Creo que se puede justificar la fuerza por motivos humanitarios, como fue el caso en los países balcánicos o en otros lugares afectados por la guerra. La inacción carcome nuestra conciencia y puede resultar en una intervención posterior más costosa. Es por eso que todos los países responsables deben aceptar la noción de que las fuerzas armadas con un mandato claro pueden ejercer una función en el mantenimiento de la paz.

El compromiso de Estados Unidos con la seguridad mundial nunca flaqueará. Pero en un mundo en que las amenazas son más difusas y las misiones más complejas, Estados Unidos no puede actuar solo. Estados Unidos por su cuenta no puede lograr la paz. Ése es el caso en Afganistán. Es el caso en estados fallidos como Somalia, donde el terrorismo y la piratería van de la mano con la hambruna y el sufrimiento humano. Y lamentablemente, seguirá siendo la realidad en regiones inestables en el futuro.

Los líderes y soldados de los países de la OTAN -y otros amigos y aliados- demuestran este hecho por medio de la habilidad y valentía que han mostrado en Afganistán. Pero en muchos países, hay una brecha entre los esfuerzos de los militares y la opinión ambivalente del público en general. Comprendo por qué la guerra no es popular. Pero también sé lo siguiente: la convicción de que la paz es deseable rara vez es suficiente para lograrla. La paz requiere responsabilidad. La paz conlleva sacrificio. Es por eso que la OTAN continúa siendo indispensable. Es por eso que debemos reforzar esfuerzos de mantenimiento de la paz a nivel regional y por la ONU, y no dejar la tarea en manos de unos cuantos países. Es por eso que les rendimos homenaje a quienes regresan a casa de misiones de mantenimiento de la paz y entrenamiento en el extranjero, en Oslo y Roma; Ottawa y Sydney; Dhaka y Kigali; los homenajeamos no como artífices de guerra sino como promotores, como promotores de la paz.

Permítanme un punto final sobre el uso de la fuerza. Incluso mientras tomamos decisiones difíciles sobre ir a guerra, también debemos pensar claramente sobre cómo librarla. El Comité del Nóbel reconoció este hecho al otorgar su primer premio de paz a Henry Dunant, el fundador de la Cruz Roja, y un promotor del Tratado de Ginebra.

Cuando la fuerza es necesaria, tenemos un interés moral y estratégico en obligarnos a cumplir con ciertas normas de conducta. Incluso cuando enfrentamos crueles adversarios que no cumplen con ninguna regla, creo que Estados Unidos de Norteamérica debe seguir dando el ejemplo respecto a estándares en conducta de guerra. Eso es lo que nos diferencia de quienes combatimos. Ésa es la fuente de nuestra fuerza. Es por eso que prohibí la tortura. Es por eso que ordené que se clausure la prisión en la Bahía de Guantánamo. Y es por eso que he reiterado el compromiso de Estados Unidos de cumplir con el Tratado de Ginebra. Perdemos nuestra identidad cuando no cumplimos los ideales mismos que estamos luchando por defender.

Y honramos – honramos dichos ideales al cumplir con ellos no sólo cuando es fácil, sino cuando es difícil.

He hablado extensamente sobre asuntos que debemos sopesar con la razón y el corazón cuando optamos por librar guerra. Pero permítanme pasar ahora a nuestro esfuerzo por evitar opciones tan trágicas y hablar sobre tres maneras en que podemos promover una paz justa y duradera.

En primer lugar, al tratar con aquellos países que trasgreden normas y leyes, creo que debemos desarrollar alternativas a la violencia que son suficientemente firmes como para cambiar la conducta, pues si queremos una paz duradera, entonces las palabras de la comunidad internacional deben tener peso. Se debe hacer que aquellos regímenes que van en contra de las normas rindan cuentas por sus actos. Las sanciones deben conllevar un escarmiento real. La intransigencia debe combatirse con mayor presión, y esa presión existe sólo cuando el mundo actúa al unísono.

Un ejemplo urgente es el esfuerzo por evitar la proliferación de armas nucleares y lograr un mundo sin ellas. A mediados del siglo pasado, las naciones acordaron regirse por un tratado con un objetivo claro: todos tendrán acceso a la energía nuclear pacífica; quienes no tienen armas nucleares deben renunciar a ellas, y quienes tienen armas nucleares deben procurar el desarme. Me he comprometido a plasmar este tratado. Es el eje de mi política exterior. Y estoy trabajando con el Presidente Medvedev para reducir las reservas de armas nucleares de Estados Unidos y Rusia.

Pero también nos incumbe a todos insistir en que países como Irán y Corea del Norte no jueguen con el sistema. Quienes afirman respetar las leyes internacionales no deben hacer caso omiso de cuando se incumplen dichas leyes. Quienes se interesan por su propia seguridad no pueden cerrar los ojos ante el peligro de una carrera armamentista en el Oriente Medio o el Extremo Oriente. Quienes procuran la paz no pueden permanecer cruzados de brazos mientras los países se arman para una guerra nuclear.

El mismo principio se aplica a quienes incumplen con las leyes internacionales al tratar brutalmente a su propio pueblo. Cuando hay genocidio en Darfur; violaciones sistemáticas en el Congo, o represión en Birmania, deben haber consecuencias. Sí, habrá acercamiento; sí, habrá diplomacia – pero tienen que haber consecuencias cuando esas cosas fallen. Y mientras más unidos estemos, menores las probabilidades de que nos veamos forzados a escoger entre la intervención armada y la complicidad con la opresión.

Esto me lleva al segundo punto: el tipo de paz que buscamos. Pues la paz no es simplemente la ausencia de un conflicto visible. Solamente una paz justa y basada en los derechos inherentes y la dignidad de todas las personas realmente puede ser perdurable.

Fue este entendimiento lo que motivó a quienes redactaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos después de la Segunda Guerra Mundial. Tras la devastación, reconocieron que si no se protegen los derechos humanos, la paz es una promesa vana.

Sin embargo, con demasiada frecuencia, se ignoran estas palabras. En algunos países, la excusa para no defender los derechos humanos es la falsa sugerencia de que éstos son principios occidentales, extraños a culturas locales o etapas de desarrollo de una nación. Y dentro de Estados Unidos, desde hace tiempo existe tensión entre quienes se describen como realistas o idealistas, una tensión que polariza las opciones: una mera lucha en defensa de nuestros intereses o una campaña interminable por imponer nuestros valores alrededor del mundo.

Rechazo estas opciones. Creo que la paz es inestable cuando se les niega a los ciudadanos el derecho a hablar libremente o practicar su religión como deseen; escoger a sus propios líderes o congregarse sin temor. Los agravios que no se ventilan empeoran, y la supresión de identidad tribal y religiosa puede llevar a la violencia. También sabemos que lo opuesto es cierto. Sólo cuando Europa obtuvo la libertad pudo finalmente encontrar la paz. Estados Unidos nunca ha librado una guerra contra una democracia, y nuestros amigos más cercanos son los gobiernos que protegen los derechos de sus ciudadanos. Independientemente de la frialdad con que se definan, no se satisfacen los intereses de Estados Unidos ni del mundo con la negación de las aspiraciones humanas.

Entonces, incluso mientras respetamos las culturas y tradiciones particulares de diferentes países, Estados Unidos siempre será una voz para las aspiraciones universales. Daremos testimonio de la silenciosa dignidad de reformistas como Aung Sang Suu Kyi; de la valentía de los zimbabuenses que emitieron sus votos a pesar de golpizas; de los cientos de miles que han marchado silenciosamente por las calles de Irán. Dice mucho el que los líderes de estos gobiernos les teman a las aspiraciones de sus propios pobladores más que al poder de cualquier otra nación. Y es la responsabilidad de todas las personas libres y los países libres dejarles en claro a estos movimientos que la esperanza y la historia están de su lado.

Permítanme decir esto también: la promoción de los derechos humanos no puede limitarse a la exhortación. A veces, debe ir acompañada de laboriosa diplomacia. Sé que el trato con regímenes represivos carece de la grata pureza de la indignación. Pero también sé que las sanciones sin esfuerzos de alcance -y la condena sin discusión- pueden mantener un status quo agobiante. Ningún régimen represivo puede ir por un nuevo sendero a no ser que tenga la opción de una puerta abierta.

En vista de los horrores de la Revolución Cultural, la reunión de Nixon con Mao parecía inexcusable, pero no hay duda de que ayudó a llevar a China por un camino en el cual millones de sus ciudadanos han podido salir de la pobreza y conectarse con sociedades abiertas. Los lazos del Papa Juan Pablo con Polonia creó un espacio no sólo para la Iglesia Católica sino también para líderes sindicales como Lech Walesa. Los esfuerzos de Ronald Reagan por el control de armas y la aceptación de la perestroika no sólo mejoraron las relaciones con la Unión Soviética sino que les otorgó poder a disidentes en toda Europa Oriental. No existe una fórmula simple. Pero debemos tratar de hacer lo posible por mantener el equilibrio entre el ostracismo y la negociación; la presión y los incentivos, de manera que se promuevan los derechos humanos y la dignidad con el transcurso del tiempo.

En tercer lugar, una paz justa incluye no sólo derechos civiles y políticos, sino que debe abarcar la seguridad económica y las oportunidades, pues la paz verdadera no es solamente la falta de temor, sino también la falta de privaciones.

No hay duda de que el desarrollo rara vez echa raíces sin seguridad; también es cierto que la seguridad no existe cuando los seres humanos no tienen acceso a suficiente alimento, el agua potable o los medicamentos que necesitan para sobrevivir. No existe cuando los niños no pueden aspirar a una buena educación o un empleo decente que mantenga a una familia. La falta de esperanza puede corromper a una sociedad desde su interior.

Y es por eso que ayudar a los agricultores a alimentar a su propia gente, o a los países a educar a sus niños y a cuidar a los enfermos no es simplemente caridad. También es el motivo por el cual el mundo debe unirse para hacerle frente al cambio climático. Hay pocos científicos que no estén de acuerdo en que si no hacemos algo, enfrentaremos más sequías, hambruna y desplazamientos masivos que alimentarán más conflictos durante décadas. Por este motivo, no son sólo los científicos y activistas los que proponen medidas prontas y enérgicas; también lo hacen los líderes militares de mi país y otros que comprenden que nuestra seguridad común está en juego.

Acuerdos entre naciones. Instituciones sólidas. Apoyo a los derechos humanos. Inversiones en desarrollo. Todos éstos son ingredientes vitales para propiciar la evolución de la cual habló el Presidente Kennedy. Sin embargo, no creo que tendremos la voluntad, la determinación o la resistencia para concluir esta labor sin algo más: esto es, la expansión continua de nuestra imaginación moral; una insistencia en que hay algo intrínseco que todos compartimos.

Al reducirse el mundo, uno pensaría que iba a ser más fácil que los seres humanos reconozcamos lo similares que somos; que comprendamos que todos nosotros queremos básicamente lo mismo; que todos anhelamos la oportunidad de vivir con cierto grado de felicidad y satisfacción para nosotros y nuestra familia.

Sin embargo, dado el vertiginoso ritmo de la globalización y la homogenización cultural promovida por la modernidad, no debería sorprendernos que la gente tema perder lo que aprecia de su identidad particular: su raza, su tribu y quizá más que nada, su religión. En algunos lugares, este temor ha producido conflictos. A veces, incluso parecemos estar retrocediendo. Lo vemos en el Oriente Medio, donde el conflicto entre árabes y judíos parece estar agravándose. Lo vemos en los países donde las divisiones tribales causan estragos.

Y más peligroso aun, lo vemos en la manera en que se usa la religión para justificar el asesinato de inocentes por personas que han distorsionado y profanado la gran religión del Islam, y que atacaron a mi país desde Afganistán. Estos extremistas no son los primeros en matar en nombre de Dios; hay amplia constancia de las atrocidades de las Cruzadas. Pero nos recuerdan que ninguna Guerra Santa puede ser jamás una guerra justa, pues si uno realmente cree que cumple con la voluntad divina, entonces no hay necesidad de templanza, no hay necesidad de perdonarle la vida a una madre embarazada o a un asistente médico, o trabajador de la Cruz Roja, ni siquiera a una persona de la misma religión. Una perspectiva tan distorsionada de la religión no sólo es incompatible con el concepto de la paz, sino también creo que es incompatible con el propósito de la fe, pues la regla de vital importancia en todas las principales religiones es tratar a los demás como te gustaría que te traten a ti.

Cumplir con esta ley de amor siempre ha sido el foco en la lucha de la naturaleza humana. No somos infalibles. Cometemos errores y caemos presa de las tentaciones del orgullo y el poder, y a veces la maldad. Incluso aquellos de nosotros con las mejores intenciones a veces dejamos de rectificar los errores ante nosotros.

Pero no tenemos que pensar que la naturaleza humana es perfecta para continuar creyendo que se puede perfeccionar la condición humana. No tenemos que vivir en un mundo idealizado para seguir aspirando a los ideales que lo harían un lugar mejor. La no violencia que practicaban hombres como Gandhi y King quizá no sea práctica o posible en todas las circunstancias, pero el amor que predicaron, su fe en el progreso humano, siempre debe ser la estrella que nos guíe en nuestra travesía.

Pues si perdemos esa fe, si la descartamos como tonta o ingenua, si existe un divorcio entre ésta y las decisiones que tomamos sobre asuntos de guerra y paz. entonces perdemos lo mejor de nuestra humanidad. Perdemos nuestro sentido de lo que se puede lograr. Perdemos nuestro compás moral.

Al igual que las generaciones anteriores a la nuestra, debemos rechazar ese futuro. Como dijo el Dr. King en una ceremonia similar hace tantos años, «Me rehúso a aceptar la desesperanza como la respuesta final a la ambigüedad de la historia. Me rehúso a aceptar la idea de que la realidad actual de la naturaleza humana haga que el hombre sea moralmente incapaz de alcanzar las aspiraciones eternas que siempre enfrenta».

Aspiremos al mundo que debería existir: esa chispa de divinidad que aún llevamos como inspiración en el alma.

Hoy en algún lugar, en estos precisos momentos, en el mundo como lo es, un soldado ve que alguien lo sobrepasa en potencia de fuego pero permanece firme para mantener la paz. Hoy en algún lugar de este mundo, una joven manifestante aguarda la brutalidad de su gobierno, pero tiene la valentía de seguir marchando. Hoy en algún lugar, una madre enfrenta una pobreza devastadora pero de todos modos se da tiempo para enseñarle a su hijo, junta las pocas monedas que tiene para enviar a ese niño a la escuela porque cree que un mundo cruel todavía puede dar cabida a sus sueños.

Vivamos siguiendo su ejemplo. Podemos reconocer que la opresión siempre estará entre nosotros y aun así, esforzarnos por lograr la justicia. Podemos admitir la inflexibilidad de la depravación y aun así, esforzarnos por lograr la dignidad. De ojos abiertos, podemos comprender que habrá guerras y aun así, esforzarnos por lograr la paz. Podemos hacerlo, pues ésa es la historia del progreso humano; ésa es la esperanza de todo el mundo, y en este momento de desafíos, ésa debe ser nuestra labor aquí en la Tierra.

Muchas gracias.

(TEXTO FACILITADO POR LA OFICINA DE PRENSA DE LA CASA BLANCA)

* Guerra, paz y el Nobel de Obama

  • El Comité explica la concesión del galardón asegurando que se lo conceden por «lo que ha hecho» y no por «lo que pueda ocurrir» | La Casa Blanca responde extraoficialmente: «Uauuuu»

El presidente de EE.UU., Barack Obama, se dirige a una multitud de decenas de miles de personas fuera del  Castillo Medieval de Praga

El presidente de EE.UU., Barack Obama, se dirige a una multitud de decenas de miles de personas fuera del Castillo Medieval de Praga / AP
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Fuentes;

Oslo. (Agencias).- Sorpresa en la concesión del Premio Nobel de la Paz 2009. El presidente de EE.UU., Barack Obama, ha obtenido este galardón, según ha informado el Comité Nobel Noruego, «por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos». Además, se ha valorado el llamamiento que ha hecho el mandatario estadounidense a reducir el stock mundial de armas nucleares y trabajar por la paz, particularmente en Oriente Medio, según el Instituto Nobel noruego. Obama, que hará esta tarde una declaración oficial, se enteró de la noticia poco antes de las 06.00 horas locales (A las 11, hora española), por los medios de comunicación. La primera reacción extraoficial desde la Casa Blanca fue a través de su portavoz quién saludó la noticia con la expresión: «Uauuuu».

Gobernantes de todo el mundo han reaccionado con satisfacción casi general ante la concesión de este premio, que es vista como un rayo de esperanza para la paz mundial. Con algunas excepciones. Por ejemplo, los talibanes, que hoy han condenado la concesión del premio a Obama recordando el despliegue de tropas en Afganistán.

Horas después el presidente del Comité Nobel Noruego, Thorbjorn Jagland, justificaba la concesión explicando que el premio se le concene a Obama por lo que ya «ha hecho» en los nueve meses que lleva en el cargo y no «por lo que pueda ocurrir». Jagland subrayó que el Comité había querido resaltar los esfuerzos diplomáticos realizados por el presidente estadounidense desde que llegó al poder y no pensando en el futuro. «No estamos concediendo el premio por lo que pueda ocurrir en el futuro sino por lo que ha hecho en el último año», explicó. «Esperamos que esto refuerce lo que está intentando hacer», añadió.

El Instituto Nobel quiso además reconocer especialmente su visión de un mundo sin armas nucleares. El presidente de Estados Unidos ha creado un «clima nuevo para la política internacional. Gracias a sus esfuerzos, la diplomacia multilateral ha recuperado su posición central y ha devuelto a las Naciones Unidas y otras instituciones internacionales su papel protagonista», señaló el Instituto en Oslo. «La visión de un mundo sin armas nucleares ha estimulado el desarme y las negociaciones para el control de armamento. Gracias a la iniciativa de Obama, Estados Unidos está desempeñando un papel más constructivo para hacer frente a los retos del cambio climático que afronta el mundo», agregó el Instituto.

Obama, que fue el primer afroamericano en llegar a la Casa Blanca, el pasado 20 de enero, es reconocido con este premio por trabajar para restablecer la paz en Oriente Medio desde que llegó a la presidencia.

La sorpresa que ha causado en Washington la noticia quedó claramente plasmada en la primera reacción extraoficial del portavoz de la Casa Blanca que, bombardeado con correos electrónicos de madrugada, se limitó a responder: «Uauuuu». Esa fue textualmente la primera respuesta del portavoz presidencial, según dijo a las seis de la mañana el corresponsal ante la Casa Blanca de la radio local WTOP. La Casa Blanca, que no pudo ocultar su sorpresa ante la noticia, prepara en estos momentos una reacción oficial a esta gran distinción.

Al presidente de EE.UU. le sigue en la lista del Nobel de la Paz al ex presidente finlandés Martti Ahtisaari, galardonado en 2008 por su labor como mediador internacional.

Barack Obama es el tercer presidente estadounidense que recibe el premio Nobel de la Paz mientras está en el ejercicio del cargo, después de Theodore Roosevelt (1901-1909), que recibió el galardón en 1906, y de Woodrow Wilson (1913-1921), premiado en 1919. En 2002 le fue otorgado al ya ex presidente Jimmy Carter, por su labor mediadora.

En 2007, su compatriota, ex candidato a la Casa Blanca y ex vicepresidente Al Gore, asimismo demócrata, lo recibió por su labor en la lucha contra el cambio climático.

El Nobel de la Paz de este año alcanzó un récord de candidaturas, 205, de los cuales 33 correspondían a organizaciones. El galardón, el más esperado a escala internacional de la ronda Nobel, siguió al de Literatura, anunciado ayer, que recayó en la escritora rumano-alemana Herta Müller, considerada la voz de los desposeídos y representante de la minoría germana en Rumanía.

La ronda de anuncios de los Nobel empezó el lunes, con el Nobel de Medicina para los estadounidenses Elizabeth H. Blackburn, Carol Greider y Jack W. Szostak. A éste siguió, el martes, el Nobel de Física para el británico-estadounidense Charles Kuen Kao y los estadounidenses Willard Sterling Boyle y Georges Elwood Smith.

El miércoles se concedió el Nobel de Química a los norteamericanos Venkatraman Ramakrishnan y Thomas A. Steitz y la israelí Ada E. Yonath. La ronda se cerrará el lunes con el Nobel de Economía.

El Nobel de la Paz está dotado con diez millones de coronas suecas (980.000 euros o 1,4 millones de dólares) y, como el resto, se entrega el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de su fundador, Alfred Nobel.

* Guerra, paz y el Nobel de Obama

  • Guerra, paz y el Nobel de Obama
In These Times
Las esperanzas y perspectivas para la paz no estaban bien fundadas ni de lejos. La tarea consiste en afinarlas. Presumiblemente fuera ése el intento de la comisión del Premio Nobel de la Paz al elegir al presidente Barack Obama. El premio “parecía una suerte de plegaria e impulso de la comisión del Nobel a un liderazgo estadounidense más consensuado”, tal y como escribieron Steven Erlanger y Cerril Gay Stolberg en The New York Times. La naturaleza de la transición Bush-Obama radica directamente en la probabilidad de que las plegarias y los ánimos puedan implicar algún progreso.
Las preocupaciones de la comisión del Nobel eran válidas. Escogían la retórica de Obama en punto a la reducción del armamento nuclear. Precisamente ahora las pretensiones nucleares de Irán dominan los titulares. Las advertencias son que Irán puede estar ocultando algo a la Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA) y violando la Resolución 1887 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada el mes pasado y jaleada como una victoria de los esfuerzos de Obama por contener a Irán. Significativamente, el debate sigue sobre si la reciente decisión de Obama de reconfigurar los sistemas de defensa de misiles en Europa es una capitulación ante los rusos o un pragmático paso adelante en la defensa de Occidente ante un ataque nuclear iraní.
El silencio es a menudo más elocuente que el más atronador de los clamores, de modo que atendamos a aquello que permanece implícito.
En pleno furor sobre la doblez iraní, la IAEA aprobó una resolución en que exhortaba a Israel a suscribir el Tratado de no proliferación nuclear (NPT) y abrir sus instalaciones nucleares a su inspección. Los Estados Unidos y Europa intentaron bloquear la resolución, pero ésta salió adelante de todos modos. Los medios de comunicación obviaron en la práctica el acontecimiento. Los Estados Unidos aseguraron a Israel su apoyo al rechazo de la resolución, reiterando un acuerdo secreto que ha permitido a Israel mantener su arsenal nuclear a resguardo de las inspecciones internacionales, según funcionarios habituados a esos arreglos. De nuevo los medios de comunicación permanecieron en silencio.
Los funcionarios indios saludaron la Resolución 1887 de la ONU con el anuncio de que la India “puede construir ahora armas nucleares del mismo poder destructivo que los arsenales con mayor poder nuclear del mundo”, según informó Financial Times. Tanto la India como Pakistán están aumentando sus programas de armamento nuclear. Han estado por dos veces cerca de la guerra nuclear, y los problemas que a punto han estado de encender la catástrofe permanecen vivos en gran medida.
Obama saludó la Resolución 1887 de modo distinto. El día antes de que se le concediera el premio Nobel por su compromiso con el estímulo de la paz, el Pentágono anunciaba que estaba acelerando la distribución de las más letales armas no nucleares en su arsenal: 13 toneladas de bombas para bombarderos sigilosos B-2 y B-52, diseñadas para destruir búnkeres ocultos en profundidades y protegidos por 10.000 libras de hormigón. No es ningún secreto que esos cazadores de búnkeres podrían emplearse contra Irán. Los planes por tales “destructores de artillería masiva” empezaron en los años de Bush, pero languidecieron hasta que Obama hizo un llamamiento a desarrollarlos más rápidamente cuando llegó al poder.
Unánimemente aprobada, la Resolución 1887 exhorta a poner fin a las amenazas de fuerza y a la firma por todos los países del NPT, como hiciera Irán hace años. Quienes no lo han firmado son la India, Israel y Pakistán y todos ellos han desarrollado armas nucleares con la ayuda de los EEUU, violando el NPT. A diferencia de los Estados Unidos, Israel y la India (que ocupa brutalmente Cachemira), Irán no ha invadido a ningún otro país desde hace centenares de años. La amenaza de Irán es minúscula. Si tuviera armas nucleares y sistemas de transporte para utilizarlos, el país sería desintegrado. El analista estratégico Leonard Weiss apunta que creer que Irán vaya a utilizar armamento nuclear para atacar a Israel o a cualquier otro “es tanto como asumir que los líderes iraníes están locos” y que están deseando ser reducidos a “polvo radioactivo”, y añade que los submarinos portamisiles de Israel son “prácticamente impermeables a los ataques militares preventivos”, por no hablar del inmenso arsenal estadounidense.
En sus maniobras navales de julio, Israel envió sus submarinos Dolphin, capaces de transportar misiles nucleares al mar rojo a través del Canal de Suez, a veces acompañados de buques de guerra, a una posición desde donde podrían atacar a Irán, ya que tienen el “derecho de soberanía” para hacerlo, según el vicepresidente de los EEUU, Joe Biden.
No es la primera vez que se cubre con un velo de silencio lo que aparecería en titulares de portada en sociedades que valoraran su libertad y se preocuparan por el destino del mundo. El régimen iraní es duro y represivo y persona humana alguna quiere que Irán o cualquier otro disponga de armamento nuclear. Pero un mínimo de honestidad no haría daño al tratar estos problemas. Al Premio Nobel de la Paz, huelga decirlo, no le interesa sólo la reducción de la amenaza de una guerra nuclear terminal, sino más bien la guerra en general y la preparación para ésta. En lo tocante a esto, la selección de Obama produce sorpresa, no menor en Irán, rodeado de ejércitos de ocupación estadounidenses.
En las fronteras de Afganistán y Pakistán, Obama ha intensificado la guerra de Bush y es probable que prosiga ese camino, quizás con dureza. Obama ha dejado claro que los Estados Unidos proyectan a largo plazo un despliegue mayor en la región. Lo indica suficientemente esa enorme ciudad dentro de la ciudad llamada la embajada de Bagdad, distinta de cualquier otra embajada del mundo. Obama ha anunciado la construcción de macroembajadas en Islamabad y Kabul y consulados enormes en Peshawar y en todas partes.
Informes independientes sobre presupuestos y controles de seguridad para el ejecutivo sostienen que la demanda de la “administración de 538.000 millones de dólares para el Departamento de Defensa en el año fiscal 2010 y su acreditada intención de mantener un nivel alto de financiación en los próximos años colocan al presidente en el camino de gastar más en defensa, en dólares reales, que cualquier otro presidente en un solo mandato desde la Segunda Guerra Mundial”. “Y no se contabilizan los 130.000 millones adicionales que la administración ha solicitado para financiar las guerras de Iraq y Afganistán durante el próximo año, lo que supondrá un gasto militar previsto para los próximos años aun mayor.”
La comisión del Premio Nobel de la Paz bien podría haber elegido opciones verdaderamente dignas, entre las que destaca la excepcional activista afgana Malalai Joya. Esta valiente mujer sobrevivió a los rusos y después a los islamistas radicales, cuya brutalidad fue tan extrema que la población dio la bienvenida a los talibanes. Joya ha resistido también a los talibanes y ahora al retorno de los señores de la guerra bajo el gobierno de Karzai. Durante todo este tiempo, Joya ha trabajado concienzudamente por los derechos humanos, especialmente por los de las mujeres; ha sido elegida al parlamento y posteriormente expulsada por seguir denunciando las atrocidades de los señores de la guerra. Actualmente vive bajo gran protección, pero prosigue el combate, de palabra y de hecho. Mediante acciones así, repetidas en todas partes lo mejor que podamos, las expectativas de paz se acercan lentamente a las esperanzas.
Noam Chomsky, el intelectual vivo más citado y figura emblemática de la resistencia antiimperialista mundial, es profesor emérito de lingüística en el Instituto de Tecnología de Massachussets en Cambridge y autor del libro Imperial Ambitions: Conversations on the Post-9/11 World.

Los vídeos de Vodpod ya no están disponibles.

Proyecto Blue Beam

HAY UNA AGENDA PARA CONVENCER A LAS OVEJAS ,
OSEA NOSOTROS , DE LA AMENAZA DE UNA INVASIÓN EXTRATERRESTRE .
PARA  INSTAURAR UN GOBIERNO MUNDIAL EN POCOS AÑOS.

VEAMOS EL SIGUIENTE VIDEO SUBTITULADO Y LO QUE DESCUBRIÓ EN SUS INVESTIGACIONES QUE LO LLEVARON A LA MUERTE

Bibiana Bryson

SOLO ES UN HOLOGRAMA

BlueSI MAÑANA, O CUALQUIER OTRO DIA VEIS COSAS RARAS EN EL CIELO COMO NAVES EXTRAÑAS, O DIBUJOS EN LA LUNA, PIENSA QUE NO ES REAL, ES UN HOLOGRAMA.

SE QUE ESTAIS ESPERANDO LA NAVE DE LOS PLEYADIANOS, PERO ES LA OPORTUNIDAD PERFECTA PARA QUE LOS MALINTENCIONADOS NOS HAGAN LA JUGARRETA Y NOS LO DEN ELLOS, MEDIANTE HOLOGRAMAS NUNCA ANTES VISTOS,  PARA LUEGO DECLARAR LA  LEY MARCIAL, APOYADOS POR UNA POBLACION ASUSTADISSIMA.

Los vídeos de Vodpod ya no están disponibles. son
casos obvios, aunque vengan haciendo acciones de propaganda intentando
mostrarse amigos de la humanidad, mientras disseminam su versión infame de
nuestra creación y del ordenamiento del universo, incluyendo la negativa de la
existencia de Dios. Esa “propaganda de guerra” incluye la
propagación en la mídia de imágenes estilizadas de esos extraterrestres, programación
de abduzidos para defenderlos en público y disseminación de mensajes
canalizadas en que se colocan como libertadores – mientras calumnian o se
hacen pasar por seres de Órion o de las Plêiades, por ejemplo. ES sabido que
razas extraterrestres hicieron experimentos genéticos con el ser humano en eras
pasadas, resultando en desastres como lo de los gigantes generados por la
hibridización con los llamados “hijos de Dios”, citado en el
Gênesis y en el Deuteronômio bíblicos. Esas alteraciones tuvieron que ser
corregidas por la llamada Jerarquía. Así, ETs que alegan ser creadores del ser
humano aprovechan una media verdad para negar nuestra imagen y semejanza para
con el Padre, intentando reducir la creación la simples experimentos genéticos.
Su propósito es confundir, engañar y desviar.

Comandantes
de flotas –
Por otro lado, seas que interagiram
con el hombre en la Antigüidade e hicieron pasarse por dioses, generando la
mitologia clásica y las de otras regiones del planeta, retornan ahora como
bellos “comandantes de flotas estelares”, prometiendo una falsa
salvación, una falaciosa ascenso para la cuarta dimensión – bien diversa
de la verdadera, prometida en escrituras sagradas. Pero la apariencia física de
nuestros visitantes no puede ser tomada como parâmetro único en su
clasificación. Aunque algunas razas hayan aspecto grotesco debido a una milenar
degeneración ocurrida en razón de su caída espiritual, hay seres negativos que
aún mantienen forma adâmica, a pesar de su incapacidad actual de la reproducís.
De ahí, tal vez, la existencia de relatos de abduzidos que alegan haber visto a
bordo de UFOs seas humanos junto de cenizas, los llamados tipo alfa, por
ejemplo – además de los casos en que parece haber implicación de
militares terrestres. Se hace la ressalva, claro, de que hay varias
civilizaciones adâmicas positivas que están visitándonos, además de otras
humanóides. Esos extraterrestres negativos y con apariencia humana son
particularmente peligrosos, porque iludem más fácilmente las personas con las
cuales mantienen contacto – juntamente con otros que usan camuflagens,
escondiendo su verdadera forma.
Por eso es fundamental, en cualquier tipo de interacción con aliens, emplearse
algún medio de protección psíquica o mental. Eso vale tanto para contactos
físicos – como las abduciones – cuanto para encuentros en estados
alterados de conciencia, canalizaciones y asemejados. Existe un código, un
mantra o nombre sagrado que funciona para estas aplicaciones, además de muchos
otros. Él es citado en Isaías 6,3 y Apocalipse 4,8-11, como siendo cantado o
vibrado ininterrumpidamente en la presencia del Creador: Kodoish, Kodoish, Kodoish, Adonai Tsabaioz
[Palabras obtenidas por transliteración del
hebraico]
. El mantra significa Santo, Santo, Santo es el Señor Dios
de las Legiones (o de los
Ejércitos). Este código debe ser usado en todo tipo de contacto con otras
inteligencias, incluyendo extraterrestres. Funciona como una saudación
superior, cuando pronunciado en el encuentro con seres positivos, y actúa como
protección en la presencia de negativos, en la medida en que estos no consiguen
soportar el tipo de energía generada, cuando entonada por un ser humano.
La Misión de los ufólogos –
Durante las últimas décadas, las principales responsabilidades de la comunidad
ufológica fueron la investigación de la casuística y la conscientización de la
sociedad en cuanto a la materialidade del Fenómeno UFO. Pero la investigación
convencional sólo permite especular acerca de las intenciones de los
extraterrestres y los objetivos de sus investigaciones en nuestro medio.
Actualmente, sin embargo, las demandas son mayores y más complejas. Como
ciudadanos planetários, tenemos el derecho de saber lo que quieren y lo que hacen
aquí. ES errónea la noción propagada por algunos de que no nos cabría – o
no nos sería posible – llegar la tales datos, en faz de una supuesta
grande inferioridade evolutiva o de grado de inteligencia en relación a
nuestros visitantes. Pasa de la hora, entonces, de los investigadores vayan
además del tradicional en la busca por respuestas. La Ufologia
tiene que ser encarada como un interrogatorio, en el cual se busca una solución
– y no como una ciencia, como si la fenomenologia fuera continuar
indefinidamente y tuviéramos todo el tiempo del mundo para comprenderla.
Obviamente, los procedimientos de análisis científico son muy bienvenidos, pero
no debemos restringirnos a ellos. Considerando la insistência de la casuística,
comentarios vaciados de la comunidad internacional de inteligencia [Espionaje], incontables canalizaciones y
hasta profecías, se sabe que habrá un día no muy distante en que algunas de las
civilizaciones que nos visitan se mostrarán abiertamente a nosotros,
posiblemente con sus naves sobrevolando las grandes ciudades simultáneamente.
Aquí se hace vital comprender que esa aparición pública podrá ser hecha por
seres de una o de ambas facciones – negativos o positivos. Los
negativos necesariamente intentarán posar de amigos de la humanidad, ya que les
interesa más el mantenimiento de su influencia sobre la conciencia de las
personas del que una conquista bélica para explotación de nuestros recursos
naturales. Aún así, su aparición podría ser considerada una guerra de
conquista, aunque de almas y no de territorios. Entonces, sería el momento de
la más importante misión de los ufólogos: ayudar la población a discernir la
índole de los visitantes. Y para eso, será necesario comprenderlos, antes de
difundir cualquier información. Y sin una preparación espiritual eso no será
posible, pues dada la inteligencia y argúcia de los extraterrestres negativos,
sólo el conocimiento científico y la inteligencia racional no serían
suficientes para evitarse manipulaciones. Si nada de eso sea hecho, entonces todos
esos años de investigación ufológica se harán automáticamente obsoletos –
corriendo riesgo de ser descartados – en el momento en que los
extraterrestres surjan a la luz del día. Además de eso, el camino quedará
abierto para todo tipo de aproveitador de la Ufologia
poder hable lo que quiera, sirviéndose del entusiasmo o de la histeria de
millones. Si la Ufologia permanecer
sin mayores preocupaciones con lo que vendrá después que la humanidad en peso
sepa de la realidad de
las visitas extraterrestres, también habrá la posibilidad de ella acabar por
haber sólo servido para preparar miríades de seguidores de una religión falsa
traída por alienígenas usando un títere para simular lo retorno de Jesus. La
diferenciación podrá ser hecha con el análisis del que los visitantes dirán, ya
que difícilmente cometerán deslices públicos de comportamiento. No son en
absoluto confiables seas que niegan la existencia de Dios, que subvertem el
origen divino de Jesus o dicen que él cambió de nombre y está en la nave capitânia
de ellos. Como no serán confiables los visitantes que se muestren públicamente
como nuestros creadores, haciendo apologia de manipulaciones genéticas como
forma de evolución física o mental y negando la verdadera evolución espiritual.
Programa de hibridización –
También tenemos que estar alerta para aquellos que busquen en los imponer
cualesquier comportamientos o conceptos, o aunque pidan nuestra colaboración en
un programa de hibridización para generar una raza que sería la única capaz de
resistir a la cambios futuros en el planeta. Como se puede constatar, hay
indicios muy subjetivos – y otros más específicos – para definir
quién es quién. Otra forma de reconocimiento de entidades no comprometidas con
nuestro desarrollo, de esta hecha para uso más directo, será el empleo de
códigos como el Kodoish. ES
fundamental que cada uno, en contactos personales con otras inteligencias, y
principalmente en aquel momento crucial de su manifestación pública, sepa oír
su essência, su conciencia interna. ES imprescindíble que cada persona ore
conforme su fe, pidiendo discernimento, y que use la razón y conocimientos como
esos para conseguir diferenciar sabiamente. Por su turno, entidades positivas
respetan nuestro libre-arbítrio y no interfieren en el comportamiento de
outrem. No realizan abduciones forzadas ni exámenes físicos dolorosos, aún
porque ya conocen muy bien nuestra fisiologia. Tampoco hacen experimentos
genéticos con nosotros y no buscan imponer sus versiones de compreensión de
Dios y de la creación, así como del funcionamiento del universo. Y ni se
colocan como creadores o
salvadores de la humanidad, pero sí como nuestros hermanos.
Sólo el tiempo dirá como y cuando habrá el contacto macizo de nuestra
civilización con ETs. Pero desde ya es necesario multiplicar la noción de la
inevitabilidade de ese evento, como también el discernimento de los riesgos que
correremos con unos y las maravillosas interacciones que auferiremos con otros.

Autor: Roberto S. Ferreira
Revista
UFO
95
Gran abrazo;

Paulo R. Poian.

CBPDV * http://www.cbpdv.com.br/ *

Equipe UFO * http://www.ufo.com.br/expedienteUfo.php
*

Revista UFO Online * http://br.groups.yahoo.com/group/Revista_UFO/
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Revista UFO Brasil * http://www.ufo.com.br *

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Leer, si le interesan las hipótesis de la existencia de razas extraterrestres …

Anonimo-Los-Reptilianos

EL mayor secreto (David Ike)

La cuarta dimension-Bob-Frissell

¿Existen poderes ocultos? ¿Un gobierno tras la sombra?

Informe Maniqui- James Casbolt

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Documentales

Ingeniería inversa- Hangar 18

Nuestro pasado extraterrestre

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EL PLAN CÓSMICO.


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